Chile gira hacia la derecha: El voto obligatorio redefine el tablero político


 

Los últimos estudios de opinión publica realizados por la consultora Neodelfos confirman que la elección presidencial del próximo 16 de noviembre se encamina a ser una de las más polarizadas y determinantes. Los datos en la región de magallanes reflejan una ventaja inicial ajustada para Jeannette Jara (23,7%), seguida muy de cerca por José Antonio Kast (21,4%) y con Johannes Kaiser (17,2%) consolidado como una tercera fuerza en expansión. La novedad frente a este nuevo escenario gira en torno al voto obligatorio, que obliga a todos los sectores políticos a enfrentarse a un electorado más amplio, diverso y exigente.

El nuevo marco electoral incorpora votantes que históricamente se mantenían al margen, sectores medios despolitizados, trabajadores informales y jóvenes desencantados. Esta incorporación amplía el padrón y reconfigura las lealtades tradicionales relativizando su peso específico histórico. Encontramos que el ciudadano magallánico en tanto elector, en un contexto de elección presidencial este 2025 ya no vota mayoritariamente por identidad partidaria, sino más bien por seguridad, estabilidad y gestión concreta. En este contexto, las candidaturas de derecha y centro-derecha —Kast, Kaiser y Matthei— concentran cerca del 48% del electorado, mientras que la centroizquierda oficialista intenta sostener su base sin lograr todavía captar el voto de los nuevos participantes.

 

El escenario de segunda vuelta es ilustrativo:

 

Frente a Kast, Jara cae con 30,2% contra 54,2% del líder republicano, marcando una diferencia de 24 puntos.

El 15,6% de indecisos se mantiene como un espacio de disputa clave, pero su comportamiento, bajo voto obligatorio, tendería a favorecer opciones de “orden” y “estabilidad” antes que proyectos de cambio profundo o utopías de carácter ideológicas.

 

El voto obligatorio devuelve al ciudadano al centro de la escena, pero lo hace en un clima de desconfianza institucional y fatiga política. No es un voto militante, sino un voto reactivo.

 

Encontramos que el electorado chileno en magallanes expresa un deseo claro en relación con el estado nacional, control, eficacia y liderazgo firme. El descontento se asocia al aislamiento y al costo de vida, la inclinación hacia opciones conservadoras refleja más una demanda de presencia estatal activa que resuelva los problemas que una adhesión ideológica.

Adicionalmente, se observa un desgaste de la figura presidencial que arroja una desaprobación de gestión del (70.5%) en magallanes, lo que genera un factor muy negativo a la hora de abrir un marco de competitividad electoral a la candidata oficialista.

En este nuevo contexto, el giro a la derecha se explica menos por la convicción ideológica y más por la percepción de que el país necesita dirección. La izquierda sin tiempo a su favor enfrenta el reto de traducir la gestión en confianza, y de reconectar con ese votante forzado a participar que busca resultados, no discursos.

Con el voto obligatorio, Chile no sólo amplía su padrón, amplía también su demanda de certezas y los niveles de legitimidad.

Y esa demanda, hoy, se expresa con claridad, el sur de chile gira a la derecha, pero exige, al mismo tiempo, que esa derecha ofrezca gobernabilidad real y soluciones tangibles tanto en la vida cotidiana como así también en una trayectoria de largo plazo.

 

 

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